En el año 1984 llegaron las órdenes de desahucio de las dos últimas familias que aún mantenían casa en Jánovas: una de estas familias vivía permanentemente en el pueblo, mientras que la otra solo acudía los veranos. Una vez desahuciadas, las casas fueron inmediatamente derribadas.

Tras las expropiaciones y compras realizadas por Iberduero en los años 60, Jánovas fue vaciándose de gente hasta que en 1968 solo quedaron dos casas ocupadas: la de los matrimonios Francisca Castillo-Emilio Garcés y María Pueyo-Antonio Buisán. Para entonces, el pueblo estaba destrozado por las demoliciones y parecía una zona de guerra. Aún así, Iberduero seguía amenazando y presionando a estas dos familias de las más diversas formas: cortándoles la luz y el agua, impidiéndoles el paso, talando arboles frutales, labrando los campos justo antes de las cosechas y rompiendo acequias, entre otras.

Tras la muerte de Antonio Buisán en 1969, su viuda se fue a vivir a Barcelona, con sus hijos, y únicamente volvía al pueblo para pasar los veranos. En cuanto a Emilio Garcés y Francisca Castillo, se convirtieron en la última familia en vivir en Jánovas.

Fue en el año 1984 cuando ambas casas fueron definitivamente derribadas, tras recibir sendas órdenes de desahucio.